martes, 16 de agosto de 2011

Mi banda sonora 7: Love is all, love is you

"Tal vez fue en ese momento que comprendí
una de las razones por las cuales The Beatles dejó de tocar.
Las canciones ya no eran suyas. Pertenecían a todo el mundo."
Elvis Costello en Rolling Stone

Regresar de un viaje es, pienso, un buen momento para retomar hábitos. Uno de ellos, casi en abandono, el de escribir, aparece como una buena opción (las otras son imposibles: algo de pereza me impide hacer ejercicio y otros hábitos de orden mas bien etílico resultan, hoy por hoy, incompatibles). Volver a empezar, pues.

El sábado pasado recordé y reviví un regalo navideño, de esos que se esconden pero no mueren. En diciembre de 2006, en uno de esos intercambios navideños de oficina (que, aunque entonces lo ignoraba, sería mi último por esos lares) un querido amigo había librado las suertes de la secrecía y me hizo acreedor a un regalo especialmente seleccionado: la versión en dos cds de LOVE la banda sonora de The Beatles realizada para la producción teatral del aclamado Cirque du Soleil.

Reconozco que en el momento no estaba muy bien informado de qué se trataba y, en principio, (tras la sonrisa propia de un regalo) lo recibí con escepticismo. Un album de remixes de canciones de los Fab, hecho cuando sólo sobrevivía un par, y para un espectáculo escénico de Las Vegas no era convincente para mis supuestas exigencias fanáticas y me parecía, inclusive, insolente. En fin, lo abrí, lo escuché, me gustó pero -honestamente- de inicio no me pareció trascendente. Un disfraz.


Tiempo después, por consejo de amigos queridos -maestros en estos temas, debo decir-, retomé el album (tal vez el último que pueda considerarse una obra conjunta del cuarteto (i.e. quinteto) de Liverpool). Estudié su integración, su propósito, la idea tras él y, finalmente, lo entendí. Es algo increible, un producto genial de George Martín usando nuevamente a The Beatles, pero mediante la más alta tecnología disponible. Una mezcla de fragmentos, pistas, notas, sonidos, efectos, momentos, sentimientos, personajes, frases y humor. Todo. Los Fab están ahí y en un producto nuevo, que por lo demás se escuchaba mucho mejor que la discografía disponible en ese momento. Es posible pasar horas identificando notas, secuencias y sonidos con canciones legendarias. Igualmente se puede especular sobre otras que pudieran haber sido incluidas. En fin, los trajo de nuevo.



El pasado sábado 13 pude ver, por primera vez, la puesta en escena en el Mirage de Las Vegas. Un choque: a media ciudad del olvido permanente hay huellas eternas. En lo escénico, me parece, el Cirque tiene mejor espectáculos; en lo anímico lo dudo. La conjunción entre la música eterna y de todos con la representación de los magos, acróbatas y bailarines es magnífica. Lo mejor para mi, es el sonido. La teconología, con todo y bocinas en los asientos, hace que uno escuche al cuarteto como si estuviese ahí, tocando en vivo. 

La nostalgia, la ilusión, la tristeza, el amor, la soledad y la compañía, la revolución, y los ánimos para tener alegría. Todo está ahí y se siente. Para mi, el show se lo llevan entre Because, Strawberry Fields, Blackbird/Yesterday, While My Guitar Gently Weeps, Lucy In The Sky With Diamonds y A Day In The Life. Pero, en general, es muy completo. También destaca el alarde técnico-armónico de Gnik Nus, la versión al revés del corte Sun King. En fin, vale mucho la pena.



Ahora bien, así como vale la pena LOVE, hay que considerar su correlativo: HATE. Un extraoficial y valioso conjunto de remixes de canciones del cuarteto surgido en el propio 2006, que ha sido descargado en la red por millones de usuarios y que despliega, además, un buen sentido del humor mientras clama reacción frente a la guerra (vgr. Sadness is a Warm Gun, War Fields Forever, Day Reaper, Bomb Togeteher, Norny Pie, etc.). Una buena respuesta al LOVE, que en el fondo da nuevas ocasiones para apreciar el genio de los Fab.


El acto conocido por todos estos años, reinterpretado en los corrientes.

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