viernes, 31 de diciembre de 2010

Mi banda sonora 2. Como el año que fue.

"Incipit vita nova."
Dante Alighieri

  
Termina el 2010, año que en lo social deja sabores encontrados. La euforia del Mundial en Sudáfrica y el triunfo de la Furia Roja, palideció frente al decepcionante Aguirre (sigo sin entender el sacrificar a Guardado, Chicharito y Ochoa por la necedad lastimosa del Guille y Conejo) y al traicionero arbitraje. En México, la promesa de democracia sustancial se tambaleó como nunca ante la inseguridad y la violencia fuera de control que proviene de la corrupción y la desigualdad. Los hallazgos de Wikileaks están bajo la sombra de la persecución política contra su fundador. Es más, al que llamaron algunos Nuestro Padre, resultó sólo ser papá de un par y ha perdido su lugar. En fin.

Entre todo, ha sido el mejor año de mi vida. Del matrimonio, a la luna de miel, a la vida en común y la creación compartida. De los amigos de antes, los de hoy y los de siempre. La familia que se acentúa y crece. Trabajo, esfuerzo, gusto. Hasta este blog y el twitter (@JPEstradaM). Qué sé yo, hay mucho que agradecer y más por reflexionar.

Mientras termina el año y se asoma el que comenzará en breve, la retrospección es adecuada. Y, me parece, ello va acompañado de sonidos; de música o ideas de música. Ahí van algunas.

Al pensar en distantes años que fueron ya, recuerdo las vacaciones infantiles, cuyos días comprendían buenas dosis de televisión. Aunque había cable e inclusive parabólicas, en mi caso la programación del Canal 5 dominaba. Cualquiera recordará la tonada del "I just called to say I love you" de Stevie Wonder al iniciar el programa de Rogelio Moreno, pero que hoy no ha de ocuparnos porque su letra excluye la fecha ("no New Year's day to celebrate..."). Yo recuerdo más una animación musical, de combinación de sonidos animales y tonadas musicales, a manera de evolución de ejercicios de Plaza Sésamo, con la que iniciaban la transmisión de los programas regulares. Oigo en mi recuerdo un bom bom-bom, aia. Se trata de ranas y agua. Es la animación llamada Rupert and the Frog Song, la canción es We All Stand Together y, aunque yo no lo sabía entonces y algunos no lo sepan aún, es de la autoría de Paul McCartney en 1985. 

Además de verlo en Youtube ( http://www.youtube.com/watch?v=A4xeidmjy6s ), puede verse completo en el DVD "Paul McCartney - The Music And Animation Collection".



Pasaron algunos años, y entre la tautológica influencia del pop y los buenos gustos de mis hermanos, en los últimos momentos de cada traslación solar familiarmente dejamos de oír el desgastado Ven a Cantar, para poner el álbum Descanso Dominical de Mecano y pasar al track 11, Un Año Más. Y aunque para las uvas había algunos nuevos, sin duda echamos de menos a los que ya no estaban, tanto como hoy. El cliché existe, es cierto, pero la canción de los españoles es brillante, porque la letra contiene sentimientos comunes y el talento de los Cano se despliega a plenitud (como a lo largo de todo ese excelente disco). Por cierto, muchos años después, en diciembre de 2000, en familia haríamos bueno el pronóstico y recibiríamos el año en la Puerta del Sol.



En fin, hay muchos recuerdos y melodías que los acompañen. Cada quien tendrá los suyos. Lo interesante es concebir a los recuerdos y reflexiones como realidades totales, imágenes, sentimientos y sonidos, dolores y gustos, olores... Todo eso que nos hace ser humanos, suspirar, extrañar y añorar, desear y tener esperanza.

Al cierre de este año, en ese contexto personal, no dejo de oír en mi mente la voz de Sir Paul en Maybe I'm amazed mientras bailo en la pista con mi esposa y recibo la felicidad que irradian los presentes física y espiritualmente; seguida de la guitarra con que inicia Woman de Lennon y que intenté cantarle en expresión de perfecta unión in facendo. Esa es la armonía de mi año 2010.


Que el 2010 nos deje enseñanzas y armonías, mientras el 2011 se realiza en un año de inmensa felicidad. 

martes, 28 de diciembre de 2010

Mi Banda Sonora 1

“Did you wear a black armband
when they shot the man who said:
‘Peace could last forever’?”
G.N'R., Civil War

Usando ilusiones
Me veo en la necesidad, propia de Perogrullo, de comenzar por el principio. Corrían los meses finales de 1991, año en que inicié la secundaria. Para entonces mis queridos amigos y yo fraguábamos la integración de una banda (que en el momento lucía como un ambicioso y glorioso proyecto). Sin embargo, en lo personal me limitaba un infantil gusto musical: una elemental y poco profundizada afición por The Beatles aderezada con canciones que me habrían enseñado en algunos cursos escolares, pop que transmitía la radio comercial, rap que había dominado la escena en años anteriores  y, quizá, alguna grabación de The Cure y otros que habría escuchado por mis hermanos mayores entre sus discos de rock en tu idioma. Acaso algo de lo que pasaban en MTV (cuando transmitía música). Por ejemplo, aunque me gustaba intuitivamente, no había permeado totalmente aún la versión de Joe Cocker con que iniciaban los programas de The Wonder Years en la televisión.
En esos días el uso de los CDs no era generalizado aún (ni imaginar que existiera un iPod), eran considerablemente más caros que los cassettes de audio y sus reproductores eran aparatos de buen tamaño, que normalmente podían conectarse a manera de videocaseteras a los equipos domésticos de sonido. Más por presión que por gusto, me regalaron uno. Aunque la primera prueba fue con alguna colección de música clásica de mi papá, no tardé en desarrollar la obsesión de comprar algún digno ejemplar para mí. Suena torpe, lo sé, tal vez lo fui desde esa época; pero también queda un espacio para retomar la ingenuidad de avances que hoy damos por sentados.
El caso es que en una cafetería cercana a casa, mientras la familia comía, recorrí los estantes de discos compactos. Había ya una oferta de considerable volumen, no sólo en obra sino en “artistas”. En medio de alguno estaba un par de discos coloridos, sugerentes, con arte particular, cuya portada es una versión del fragmento de “La Escuela de Atenas” de Rafael.

Sin conocer más que de oídas el nombre del grupo, creí reconocer algo al leer Guns N’ Roses (había visto ya Terminator 2: Judgment Day), pero la verdad es que me decidí a comprar un álbum azul y morado por encima del amarillo y rojo básicamente por los nombres de las canciones. Así, el Use Your Illusion II de Guns N’ Roses se convirtió en el primer cd de mi colección, entonces equivalente a algún número manoseado de domingos.


Cualquiera que lo oiga con algo de virginidad o de disposición habrá de coincidir en el impacto inmediato.
Civil War no sólo comienza con un discurso que divaga entre lo etílico y lo verídico, sino que contiene frases conmovedoras y revolucionarias, revisiones históricas histéricas, que colmaron el espíritu adolescente de mi momento. El cambio de voz en 14 Years no sólo aporta algo de blues sino la dosis correcta de provocación. Yesterdays, el glam nostálgico y conmovedor que se cristalizaría en un buen video. Le sigue la versión de Knockin’ on Heavens Door, favorita del disco, que sólo podría haber surgido de Dylan.
Aunque gustan menos, la serie que inicia con la pelea contra los medios en Get in the Ring (con todo y el "Guns...N...Roses" del público, grito que distinguía sus conciertos) y sigue con Shotgun Blues, Breakdown, Pretty Tied Up y Locomotive, tiene sus momentos y colaboraciones.
So Fine es un aburridón capricho meloso, que es rescatado por la épica Estranged en la que la versatilidad de Rose al piano y en la voz se conjuga brillantemente con el sonido inconfundible de la Gibson Les Paul de Slash. You Could Be Mine afamada por la banda sonora de la película aludida, marcaría una época para los malos novatos de batería. La versión con letra alternativa del clásico Don´t Cry es, como la original, marca de la casa. El experimento en My World es, ciertamente, fallido.
No sé cuántas veces lo habré escuchado, demasiadas tal vez, pero fue el inicio de mi afición al hard rock e hizo obligada la compra del Use Your Illusion I, y de muchos más después.
Después averiguaría qué era Guns N’ Roses, la banda más grande de aquel momento, proveniente de la escena de L.A. y que acaparaba las portadas de revistas especializadas (que también comencé a leer). Supe que años antes se había hecho famosa gracias a uno de los más brillantes discos de toda la historia, el aclamado Appetite for Destruction de 1987, pero su formación original con Axl Rose (voz), Slash (guitarra), Izzy Stradlin (guitarra), Duff McKagan (bajo) y Steven Adler (bateria), había sufrido cambios para la grabación de los Ilusions tras la despedida del último y la llegada de Matt Sorum (batería) y la adición de Dizzy Reed (teclados). Poco después sufriría un cambio drástico a la salida de Izzy (según se consigna en el video de Don’t Cry). Tras el ambicioso proyecto del álbum doble y su gira mundial (enorme, según pude verlos en la Ciudad de México), los millones de copias vendidas, las drogas y el alcohol, la personalidad destructiva, los excesos y los fracasos sellarían la suerte de lo que fue un gran grupo.

Como sea, Use Your Illusion II no es el mejor álbum de la historia del rock, ni siquiera es el mejor de GN’R, pero fue mi primer gran disco.

Nueva serie de borradores: Mi Banda Sonora

Aunque las entregas de la serie Bitácora Futbolera han sido bien recibidas por algunos miembros de la comunidad (por lo que continuará), también he recibido algunas observaciones en el sentido de que tienen un humor de carácter ciertamente "local". Por eso a partir de hoy iniciamos una nueva serie de borradores, bajo el denominador común Mi Banda Sonora, que espero sea de algún interés.



La idea será describir algunos álbumes o canciones, ubicándolos en un contexto, en un espacio y tiempo, en sentimientos y atmósferas, ya sea aquellos en que los conocí, los escuché o los sigo escuchando, recordando datos o elementos curiosos.

En fin, veamos cómo funciona. 

jueves, 23 de diciembre de 2010

Bitácora futbolera 4 (Descanso navideño, a engordar)

Los tintos descansan un par de semanas, contentos por estar en la cima del campeonato, aunque con el reto de no perder ritmo y ganar demasiados kilos en las fiestas decembrinas.



Tras la ausencia del rival en la penúltima jornada (que fue aprovechada en un interescuadras de conclusiones valiosas, dominada por los güeros en dos cascaritas y utilizada para probar refuerzos), en la pasada los muchachos se quitaron cualquier disfraz y salieron adelante en forma dominante y arrolladora ante un rival deshonesto y lamentable, que se dedicó únicamente a dar patadas ("una auténtica vergoña", decía el narrador local). Con ello, ganaron el cariño de la afición en estas fechas, así como el indiscutible derecho a unas merecidas vacaciones de recuperación y cura.

Y es que el compromiso pasado no fue fácil, aunque terminó con el descriptivo marcador de 4 a 0 gracias a un brillante juego del Pato Rodríguez que lució como defensa disciplinado y de los destellos de calidad del Cable Palacios. Aunque no dio su mejor partido, Waters González colaboró con dos buenos tantos que, sumados al de Palacios y al que brillantemente asistió el propio Ebenezer en favor de Dani, sellaron el marcador final en favor de los de LGFE.

Los tintos dominaron de principio a fin, pero sufrieron las embestidas del mañoso contrincante y la pasividad vendida de los nazarenos, cuya combinación resultó en una multiplicidad de tarjetas (las mostradas a LGFE injustas y pretendidamente "salomónicas") y en la salida por lesión del Fenómeno Chiva. En efecto, dos jugadas seguidas al medio del campo marcaron la estrategia de los pobres talentos: patear a Estrada para sacarlo. La experiencia del número 8 imperó; salió del campo sin ocasionar más trifulcas y se dedicó a animar y ordenar desde la banca.

La pena que daba el rival quedó patente cuando un desesperado defensa se dirigió a la banca con el objeto de encarar, amenazar e insultar a la Chota Lorenzo, quien actuó con bonomía y firmeza, y no obstante fue expulsado. Una locura.



Tras el silbatazo final, el Alacrán Calderón y el Gasparín Ettiene cometaron a la prensa que preferían no dar entrevistas sino dejar su testimonio en la cancha. "Los contrarios siguen haciendo ruido, amenzando, gritando, dando pena en la grada. Nosotros ya hablamos en la cancha y, gracias a Dios, salimos adelante y no hay lesiones que lamentar" coincidieron. 

Como sea, los muchachos se valieron de argumentos futbolísiticos y de la experiencia que van forjando para superar los obstáculos y obtener un triunfo que los deja a sólo 3 puntos del puntero, pero con dos partidos menos.

Después de este cotejo, resulta merecido decir: Happy X-mas, War is Over. 
((°J°))

jueves, 2 de diciembre de 2010

Bitácora futbolera 3

El pasado lunes 29, con Hat-trick de Waters González y doblete del Cable Palacios, los LGFE superaron la adversidad y la ausencia de elementos clave, para ganar por 6 a 4 a los antiguos líderes de la liga.

Los tintos no tuvieron una noche tranquila ni mucho menos, pero la inspiración les llegó en el tercer cuarto y con ello lograron extender su racha de victorias, frente a unos contrarios bien parados en la cancha y un portero espigado, que además salió de vena.



Aunque empezaron ganado en buena combinación ofensiva, la cosa en el primer periodo no pintaba bien. González firmó el gol de la quiniela, pero los perseverantes rivales se fueron arriba con dos buenos goles, que pudieron ser más de no ser por el brillante desempeño de Javi el Niño Portero.

El empate provisional recordaba al Guadalajara de los ochentas, fruto más del esfuerzo y la garra que de la calidad. El menudo atacante Dinamita empujó barriéndose un balón que quedó en el área tras rechace a tiro forzado del Fenómeno Chiva (que no tuvo su mejor noche). El equipo mostró orden y disciplina hasta el medio tiempo, que llegó con los cartones igualados.

Tras la charla técnica en el entretiempo, los tintos del LGFE salieron a comerse el partido, y lo lograron. Mientras el Pato Rodríguez y Alacrán Calderón derrochaban esfuerzo y entrega, Waters González se batió y jugó a la Zizou, lo mismo filtrando medio gol en la brillante combinación con el Cable Palacios, que firmando sus dianas con estilos varios, que recibiendo patadas, logrando tarjetas y poniendo asistencias, no siempre concretadas.

Ya con el marcador favorable de 6 a 2, los de rojo intentaron combinaciones vistosas y tiros lejanos, incluyendo un disparo magistral de Estrada con “tres dedos”, pero el portero rival se multiplicó para no permitir más anotaciones. En lo negativo, por ignorar algunas reglas básicas la Chota Lorenzo se hizo castigar por 2 minutos, lo que culminó en que los contrarios se acercaran y pusieran el 6 a 4 final.



Un emocionado Waters, mientras agradecía a los asistentes, expresaba que "es un momento especial para todos los que amamos este deporte el lograr encajar tres tantos, que son además fruto del esfuerzo colectivo y de respetar el orden. Ahí dejo esa marca de la temporada, para ver quién de los nuestros la iguala o la supera. Por el momento, hay que disfrutar que estamos jugando mejor al fútbol."

Por su parte, el Cable Palacios también se alegraba por su doblete, pero se mostró más contento por el juego colectivo desplegado en la segunda mitad. "Nos pesó al principio el rival y el menú del día (veníamos de ver un derbi doloroso), pero dimos el mejor tercer cuarto del torneo. Me voy satisfecho y sólo espero que sigamos sin disfraces y extendamos esta racha de triunfos. Ahí va el equipo, muy bien", declaró.

El sorprendente equipo ha obtenido ya cuatro triunfos en cinco partidos de liga, lo que aviva las esperanzas de obtener el título en su primer torneo.

lunes, 29 de noviembre de 2010

El caballo obscuro, unas líneas por George

Aunque no lo sabría hasta el día siguiente, hace nueve años el mundo tuvo una razón suficiente para estar triste. En Los Angeles falleció el mas joven de los Beatles; a los 58 años de edad George Harrison ganaba su pase al viaje místico que tenía ganado y que había aceptado tiempo antes, con su característico sentido del humor.



De los que tiempo antes fueron Fab, Harrison fue quizás el de mayor estabilidad familiar y salud mental, lo que seguramente propició su brillante evolución musical, al grado de consagrarse como compositor y guitarrista, con su inconfundible sonido de cuerdas deslizándose y debatiéndose entre lo indio, lo melancólico y lo rockero.

Para Harrison la época de The Beatles fue una de formación y aprendizaje, pero según lo declararía años después también una etapa de sueños pesados, hasta pesadillas, y cansancio. La emoción de aquel viaje en autobús en el que Macca le presentaba a Lennon, y lo convencía de aceptarlo en los Quarrymen, diez años después se veía superada por el propio talento y la necesidad de respirar con libertad, mientras su madurez creativa empezaba a manifestarse, incluso por encima de la del dúo mas prolífico y brillante de la historia de la música popular.

Haciendo honor a la verdad, desde sus inicios Harrison mostraba un talento interpretativo fuera de lo común. Aunque mas joven, tocaba sensiblemente mejor su guitarra que lo que hacían Paul y John, y sus arreglos dieron luz a buena parte de las canciones que aparecen en los primeros discos del cuarteto de Liverpool. Además, aunque con menos presencia, George podía cantar perfectamente bien cualquier canción y su colaboración vocal es determinante en los arreglos multivocales que caracterizaron a los Beatles durante toda su trayectoria.



Parecía mas serio y lo era frente a las cámaras y audiencias, pero el mito del Beatle callado se ha venido tambaleando, al escuchar de sus compañeros que en realidad poseía un gran sentido del humor. Como fuera, empezó a participar y componer de tal manera, que sus canciones hablarían públicamente por él, abriéndose paso entre el celoso control de Lennon y McCartney, a tal grado que ya en el Álbum Blanco y en Abbey Road las composiciones de George lejos de complementar la obra, la animaban y definían. Inclusive, tal parecería que el duelo de autores entere John y Paul, terminó por decidirse en favor de George, quien culminó la carrera de The Beatles con Something, la canción favorita de Sinatra (que Sir Paul recuerda hoy no sólo interpretando una versión al ukulele, sino con la sarcástica alusión a la frase de Frankie boy, quien dijo que Something era su canción favorita de Lennon y McCartney).

No extraña pues, que en las listas de las mejores canciones históricas del cuarteto encontremos comúnmente 3 de George entre las 10 primeras, aunque sólo se hubieran incluido unas 20 en el catálogo total de The Beatles.

A las brillantes épocas de los Fab (que, además de su colaboración definitiva en los arreglos ver Norwegian Wood, trajeron como fruto genuino de Harrison canciones memorables como Here comes the sun, While my guitar gently wheeps -con todo y el épico sólo de su querido Clapton-, For you blue, If I needed someone, Taxman, entre otras), le siguió una prolífica, admirada y exitosa carrera, tanto como solista como en su calidad de fundador y piedra angular de los memorables Traveling Wilburys (tras los seudónimos de Nelson Wilbury y Spike Wilbury), cuanto en colaboraciones con Clapton, Ringo y Ravi Shankar.



A esa evolución le debemos el All Things Must Pass, álbum triple que perfectamente por sí mismo habría sido un memorable disco del cuarteto, en el que las brillantes colaboraciones visten una obra magnífica que incluye la canción homónima, la revolucionaria Beware of Darkness, la polémica My Sweet Lord, Isn't a pity, y otras. Después seguirían, por mencionar algunas, Someplace Else, Give me love (Give me peace on earth), Dark Sweet lady, Dark Horse, You, All those years ago, Cloud 9, When we was Fab (con la colaboración al piano de Sir Elton John), y el cover de Got my mind set on you. Sin mencionar su colaboración en canciones del propio Eric Clapton y de Ringo Starr, que le debe su mejor interpretación con Photograph.

Si bien algunas de sus giras fueron criticadas por su abuso del misticismo, George es recordado como el primer filántropo del rock por su desinteresada organización del Concert For Bangladesh, cuyo elenco aún a la fecha permanece inigualable (entre Ringo, Clapton, Leon Russell, Billy Preston, y el grandísimo Dylan, quizá sólo se extrañó a Lennon y a Macca). Después, pocas giras y conciertos.

En fin, George Harrison con toda su clase, su mística, su iluminada obscuridad creativa, su melancólica voz y su guitarra en lamento, su crítica humorística, se despidió de su existencia en el mundo material un día como hoy, pero está en otro lugar, inspirando y componiendo, animando, mejor aún que cuando fue un Fab.

 

martes, 23 de noviembre de 2010

Bitácora futbolera 2

"En los partidos de mi infancia, el hecho fundamental fue
que los narró Ángel Fernández, capaz de transformar
un juego sin gloria en una trifulca legendaria.
Las crónicas de fut comprometen tanto a la imaginación
que algunos de los grandes rapsodas han contado partidos
 que no vieron; casi ciego, Cristino Lorenzo fabulaba desde
el Café Tupinamba; el Mago Septién y otros pocos lograron
inventar gestas de beisbol, box o futbol,
a partir de los escuetos datos que llegaban
por telegrama a la estación de radio."
Juan Villoro, El balón y la cabeza.

"Lo ganamos en la mesa... y en la cancha" declaró ilusionado el Cable Palacios al terminar el cotejo.

Cuatro golazos dieron el triunfo emocional al equipo de todos que, a pesar de que se había hecho ya de los tres puntos ante la impuntualidad del rival, decidió jugar el partido ante un equipo desesperado y colmado de cachirules que dio múltiples patadas. Así, ante un pletórico marco (no cabía un solo coche mas en el estacionamiento), los de LGFE obtuvieron un buen triunfo que deja importantes enseñanzas.



El primer cuarto fue de dominio escarlata y quedó marcado con el doblete del veterano Fenómeno Chiva. El primero fue fruto de la presión y una buena salida defensiva, en la que detrás de media cancha Estrada prendió la de gajos con potencia para encajar el primero del partido en el ángulo superior derecho de la meta rival. Pero fue el segundo el de mejor manufactura. Tras recibir un pase filtrado de un fiero Cable Palacios, Estrada levantó con la diestra y a contrapie una plegaria y de vaselina encajó el balón haciendo inútiles los esfuerzos del portero y de la defensa contraria. "Aunque el primero me gustó por abrir el marcador y prenderla desde nuestro terreno, disfruté mucho mas el segundo porque fue resultado de una salida colectiva y del entendimiento que vamos adquiriendo. Sabiendo que el arquero salía, la intenté a la Messi y me salió mejor, digamos a la Ronnie. Al final lo bueno es que pude colaborar con el equipo, que es lo que me toca, y que voy recuperando confianza", dijo el número 8 que nuevamente dedicó el festejo a su esposa y al retoño que esperan.

Pero no todo fue miel sobre hojuelas y el partido se complicó, mucho mas de lo deseable. Después de que el propio Estrada y después Waters González dejaran ir ocasiones de ampliar la ventaja, los aguerridos contrarios prendieron tres zapatazos por el centro ante la complacencia de la desordenada defensa y del portero (que había entrado de cambio) que significaron la voltereta. Frustrado, la Chota Lorenzo hacía berrinche y pedía explicaciones, aunque terminó aceptando los propios errores. "Necesitamos estar mas coplados", gritaba con más histeria que legitimación. El desconcierto y el desorden reinaron en los siguientes minutos, lo que llevó al medio tiempo con un marcador de 2 por 3.

Tras las palabras motivacionales, no todo estaba dicho. La exigencia de orden y disciplina imperaría en el campo. Un tercer cuarto sin anotaciones, con faltas graves y hasta un shoot out errado, condujo al cuarto y definitivo en el que los esfuerzos del Cuchillo Sánchez, Don Toño, el Alacrán Calderón, Daniel, el Pato y Javi el Niño Portero, conducirían a la espectacular remontada.

Ya entrados en el cuarto periodo, el Cable Palacios en brillante jugada individual ponía de mediavuelta el gol del empate, inspirado por el apoyo transmitido desde su incondicional tribuna. Finalmente, en agónica jugada el refuerzo revelación de la temporada, Alex Gasparín Etttiene, hizo honor al parecido con Iniesta y convirtió con pundonor mediante un remate acrobático el tanto que puso cartones definitivos, segundos antes de que los contrarios fallaran el shoot out que hubiera significado la igualada.

Tras el cotejo, con el gusto de la victoria 4 a 3, pero concentrado en las cosas que hay que mejorar, Waters González declaraba "lo mejor es que justificamos el triunfo en el terreno y a pesar del contrario, sus entradas y la ayuda arbitral que recibían. Sin embargo, es preciso evitar incurrir en el disfraz. No debemos perder la concentración durante los partidos. Hay que mantener el orden, el pressing y que los cambios se realicen con criterio. Fuimos mejores, pero sufrimos. Eso sí, nos vamos con el orgullo de la incorporación del Jaibo blanco, que rindió y podrá darle alegrías a la afición."



Aunque el equipo aún espera las incorporaciones de sus estrellas lesionadas (uno proveniente de la Juve, el otro de las alturas) así como de los importantes refuerzos prometidos por Don Toño, es momento de sentirse satisfechos con el desempeño mostrado que los tiene ya entre los punteros de la liga. 

martes, 16 de noviembre de 2010

AYER Y HOY… MAÑANA NUNCA SABE

“Tras completarse el aterrizaje, se apagaron las señales de «Prohibido fumar» y por los altavoces del techo empezó a sonar una música ambiental. Era una interpretación ramplona de Norwegian Wood de los Beatles. La melodía me conmovió, como siempre. No. En realidad, me turbó; me produjo una emoción mucho más violenta que de costumbre.”
Haruki Murakami, Tokio Blues (Norwegian Wood)

AYER Y HOY… MAÑANA NUNCA SABE
¿Por qué seguimos escuchando a The Beatles?

El día de hoy el mundo tecnológico, ese de la información y las compras por Internet, se ha visto sacudido con la nueva hazaña de Apple. La marca de igual objeto que la que en los sesentas lanzara el cuarteto de Liverpool, logró sacar a la venta el catálogo de The Beatles por iTunes, lo que no sólo acerca la obra íntegra de los íconos del rock a sus fanáticos de ayer, de hoy y de mañana sino que (so pena de hacer gastar más a los coleccionistas) garantiza su plena disponibilidad por todo el orbe y con una calidad que antes se extrañaba. Empiezan las encuestas: ¿Cuál crees que sea el album será el más vendido? ¿Cuál la canción más bajada? Etc.

Como hoy, recuerdo el 9 de septiembre de 2009, el famoso nueve del nueve del nueve, en que el mundo festejó a The Beatles. Con ese motivo, entre espectaculares lanzamientos de la obra del cuarteto en ediciones físicas con gran calidad de sonido y de juegos electrónicos y videojuegos que permitirían a los fanáticos de siempre y sobre todo a los nuevos apreciarlos más, la querida estación mexicana Reactor 105.7 de FM dedicó el día al festejo y lanzó la convocatoria para que el público enviara breves ensayos en los que respondieran con un límite de palabras a la pregunta ¿Por qué seguimos escuchando a los Beatles? Desconozco la cifra exacta de participantes, pero la convocatoria fue muy exitosa y por más de 18 horas se difundieron al aire las palabras provenientes de generaciones contentas por poder expresarse, entre acordes de canciones interpretadas por los mismos Fab 4 o por algún buen artista en covers conocidos. Fue un buen día. Éste también lo es.

Ambos fenómenos plantean la interrogante. ¿Por qué sigo escuchando a The Beatles? Las que, como esa, son preguntas importantes en la vida, difícilmente encuentran una sola respuesta.



Mi primera inclinación de fanático sugería que seguimos escuchando y disfrutando a The Beatles por la personalidad individual de cada uno puesta en conjunto armónico, un resultado popular y atractivo como el que más. Pensé: el genio romántico y paradójicamente pragmático de Paul; el carisma, la revolución y la voz rockera de John; el silencio místico y la inconfundible guitarra deslizada en lamento de George; la simpatía y el ritmo divertido de Ringo. Entonces recordé también a Epstein, Martin, Clapton, Preston y Best, y comencé a dudar. Aún hoy no lo sé.

Tal vez sea por las cuatro voces acopladas, sin olvidar lo distintivo de cada una, tan patente en el álbum Blanco. Quizá la prolífica dualidad Lennon-McCartney que se resuelve a favor de la selectiva genialidad creativa de Harrison.

Podría ser también por la idea del amor rebelde, del álbum, del concepto, de la manzana, de las drogas y de la psicodelia, de la nada en blanco, del camino, del final que no llegó ni llegará. La plenitud del rock n’ roll, los inicios del rock, los precursores de todo lo posterior, del brit al alternativo, son también los mejores expositores de la balada pop.

También podría ser por el rotundo fracaso de sus detractores, quemados en su propio disfraz de fanatismo, o bien por la idólatra imputación de la culpa sobre Yoko Ono para proteger a los intachables. Tal vez por el posterior asesinato prematuro, o la muerte triste, quizá la vida en el pop. Por llegar después del admirado Elvis y mucho antes que Radiohead.

Todo eso que hace imposible hacer una lista de canciones preferidas sin tener serias dudas o sin incluir casi todas, desde la época más elemental hasta la más evolucionada. Seguidores del rock n’ roll en sus inicios y después acudiendo a la nostalgia y al amor, en lo personal me resulta difícil escoger entre los álbumes posteriores, digamos a partir del Rubber Soul.




¿Sería la época? Puede ser, pero el fenómeno musical de menos años que una década se prolongó eternamente, está en todos. Sigue siendo explosión mediática y también emoción íntima y personal. Hace unos días John hubiera cumplido setenta años de vida, y el recuerdo estaba aún por todos lados, inclusive en la página de Google.

Sus carreras como solistas coadyuvaron, paradójicamente, para su conservación colectiva, aunque estuviesen física y emocionalmente distanciados. Harrison fue y sigue siendo querido y reconocido por todo el medio musical como un guitarrista brillante con sonido propio, admirado por su labor precursora en el altruismo musical, con composiciones brillantes, plagadas de romanticismo, mística y sentido del humor, viajero con Dylan, hermano de Clapton. Ringo Starr, probablemente el menos talentoso en lo musical, no sólo es recordado por buenas actuaciones en películas, sino que continúa de gira tocando canciones de sus buenas producciones musicales incluidas en álbumes en los que reunió, por su conducto individual, al resto de los Beatles. Hasta su muerte, Lennon se convirtió en ícono de la música con ideales y activismo social, cercano a todas las figuras del medio artístico de su época, mientras compuso canciones inconfundibles e inmortales, tanto como el propio John. Y de Sir Paul McCartney hay tanto que decir. Ya sea en colaboraciones, como en bandas, cuanto sólo, ya sea al piano, con un bajo Höffner, una guitarra, una batería, lo que sea, Macca se consolidó como el músico popular más importante de finales del siglo XX y principios del XXI.

Finalmente, podría ser que seguimos oyéndolos porque están presentes en la música que se crea en lo cotidiano. Podemos reconocer al cuarteto no sólo en los incontables versiones que artistas, grupos, cantantes, bandas y demás han grabado –de los Stones a Sinatra, de Waters a Vedder, de Elton John a Guns N’ Roses, sin olvidar el Helter Skelter de U2-, sino en las composiciones y arreglos de todos y cualquiera, de principiantes y consagrados, modernos y conservadores.

Lo cierto es que de una manera casi natural, los niños que dominaron la expresión sencilla y romántica se convirtieron en los genios del rock y los líderes de su evolución, logrando crear, expresar e interpretar mejor que nadie y para siempre eso que a todos conmueve a través del universo, la música.

Por la razón que sea, frecuentemente el mundo se detiene y piensa en ellos. Ayer y hoy... mañana también.



martes, 9 de noviembre de 2010

Bitácora futbolera 1

"Del infortunio a la gloria, del éxito al fracaso.
Pocos acontecimientos en la vida consiguen,
como el deporte, recorrer en dos horas los
sentimientos de una muchedumbre."
Jorge Valdano

Aunque la de ayer no fue su primera victoria de la campaña, si fue la primera obtenida por méritos colectivos y con plantel completo. Eso debe tener a los Disfraces de LGFE contentos y satisfechos.



La idea de jugar en lunes por la noche es, en sí misma, positiva. El rutinario inicio de la semana laboral se matiza y transforma en la casi infantil ilusión deportiva que genera la pelota.

Pero lo de ayer superó esa mera ilusión. En medio de una gélida atmósfera, la aplastante victoria de 6 por 1 obtenida contra el equipo de un despacho conocido brinda motivos de esperanza de títulos y hasta calienta el ambiente.

Guiados por el talento de Javier "el cable" Palacios y Ponchito "Waters" González, bajo la batuta de Toño González y JP Estrada, inspirados por el Iron-Man López Melih, el equipo cumplió, por primera vez, con una buena actuación de orden colectivo y tocó bien el esférico, presionando con solvencia la salida del rival.

Desde el primer cuarto se vivió un dominio abrumador, que sólo se reflejó en una ventaja por la mínima diferencia obra de Palacios a disparo cruzado. Entre algunos disfraces del dorsal 8 (que le estaba haciendo honor al parecido con el otrora aclamado Kikín, fallando goles) y las buenas atajadas del portero rival, fue hasta el segundo cuarto que se amplió la distancia. Finalmente, para la segunda mitad, los esfuerzos del "Pato" Rodríguez, el "Alacrán" Calderón, la "Chota" Lorenzo y el propio Don Toño, auxiliados por dos buenos refuerzos, darían sus frutos.

Así, Palacios y Daniel con dos dianas cada uno, Estrada (en brillante jugada colectiva, de esas que se ensayan en la semana) y Waters González definieron el marcador.


Para Estrada el gol fue esperanzador. "Lo importante es que gane el equipo y se muestre bien como hoy, pero el gol me da esperanza de retomar nivel y colaborar, por eso se lo dediqué a mi esposa. Hacía mucho que no marcaba en competencia oficial", afirmó el Fenómeno chiva.

Desde luego, aunque interesa la diversión y la convivencia, los inicios del juego conjunto y la victoria ilusionan al LGFE y sus huestes.

viernes, 5 de noviembre de 2010

De justicias a justicias

"El Derecho que se funda en el Dios Cristiano, postula la misericordia por encima de la justicia. La majestad sublime y terrible del Juicio Final. No es aquel un Tribunal de Derecho. La libertad de perdonar es su carácter propio, y con ella la ejecución de las grandes justicias, proclamadas y triunfantes, en la medida en que el mundo las negó y se opuso a ellas."




José Vasconcelos
Discursos

viernes, 29 de octubre de 2010

El uso alternativo del disfraz

El uso alternativo del disfraz

Es 29 de octubre, fecha que no sólo me recuerda el cumpleaños de mi hermano, sino que remite inmediatamente a la cercana celebración del Día de Muertos en el universo de lo mexicano, visiblemente mezclado con la anglosajona costumbre del Halloween. Ambas me llevan a ideas coloridas, una por las flores de cempasúchil, las ofrendas, las catrinas y las calaveras dulces; la otra por las calabazas, los disfraces y el perene sonido de Michael Jackson cantando Thriller. Todo ello me ha llevado a escribir estas líneas respecto del disfraz.
Más allá de la primera imagen, esos recuerdos que vienen a la mente, con múltiples disfraces propios y ajenos, desde los elementales diablos y piratas del jardín de niños, hasta los elaborados héroes y villanos, personajes de cuentos, historias y películas, enfermeras y figuras de ultratumba, famosos vivos y muertos, mi segunda impresión resulta más auténtica y menos gráfica.
Era el 16 de marzo del ya lejano 2008, en el marco del torneo preolímpico centroamericano de fútbol de cara a las olimpiadas de Beijing, cuando la selección mexicana sub-20, entonces dirigida por el otrora aclamado Hugo Sánchez e integrada por una modesta base de la generación de oro más algunos suplentes, se jugaba su boleto a la justa olímpica tras su lamentable desempeño en un cuadrangular. Para calificar a los juegos olímpicos los verdes tenían que ganar por cuando menos 5 goles al débil equipo de Haití. La historia terminó con un insuficiente 5 a 1, en el que los delanteros Santiago Fernández, Luis Landín y Villaluz se dieron gusto fallando goles, cosa que a la postre le costó el cargo a un pedante pentapichichi. Lo que resuena de ese encuentro, uno de los peores fracasos en la historia del futbol mexicano, es lo que ahora me interesa. Corría el minuto 27 de la segunda parte del mentado partido y el comentarista deportivo Christian Martinoli Curi desesperado narró la más grotesca falla del joven delantero del América que inexplicablemente aparecía en la selección. Con tono que osciló entre la burla y la tristeza, ante un Fernández que volaba un tiro prácticamente en la línea de gol y sin portero, el exuberante locutor gritaba "¡ah no bueno! ¡¿De qué te vas a disfrazar Fernández?! ¿De qué te vas a disfrazar?", mientras un hilarante y decepcionado público veía la toma televisiva de un delantero que sabía que su carrera futbolística se desplomaba.
Así, Martinoli recordó en singular momento ese concepto burlesco y sarcástico del disfraz, su uso alternativo, que se quedaría tatuado en muchos aficionados, entre los que me incluyo. Un payaso, pues, en espera de ser vestido.
Para mí el disfraz desde entonces admite el significado implícito del error, pero de un error ridículo y por ello hilarante. El disfraz es una equivocación tragicómica. En este contexto, su uso no depende de ropas o pinturas, ni siquiera de caras o gestos, simplemente requiere de un error garrafal que se meza entre la negligencia, la inutilidad, la tontería y la torpeza, pero que al fin produzca una sonrisa de incredulidad y complicidad.
Acaso en los pasillos de las escuelas y oficinas se escuche, de vez en cuando, un “¿de qué te vas a disfrazar?” que destaque los errores pero que permita reír a partir de ellos. Inclsuive en twitter ya existe el intento #dequétevasadisfrazar. Más aún, será posible que el concepto evolucione para suprimir la pregunta y simplemente cantar la presencia de un “disfraz” al descubrir lo cometido o bien reclamar un abuso del disfraz. Inclusive, advertir a algún ingenuo con un simple “con esto sí no te vayas a disfrazar, ¿eh?”.
Como sea, el disfraz es útil como utensilio y como interpretación, como pregunta y como imagen. En estos festejos de la muerte, además de acudir a los típicos artificios, quizá podamos disfrazarnos con soltura y divertirnos mientras tanto.
Octubre 2010

martes, 12 de octubre de 2010

Imagen

IMAGEN

¡Ojalá que el vacío de una vida se llenara con fiestas como la de hoy!, pensaba el consagrado abogado, mientras se dirigía acompañado de su esposa al festejo organizado por el gremio para conmemorar su retiro del foro. Por la ventana del potente pero antiguo automóvil no alcazaba a precisar cuáles figuras eran reales y cuáles, gracias a la velocidad o a una confusa imaginación, solamente aparecían en su mente ya cansada, que poco a poco sentía cargada de recuerdos.
En cincuenta y dos años de ejercicio había podido resolver grandes litigios, descifrar los mensajes ocultos en las caprichosas leyes de un legislador irresponsable y, desde luego, amasar una considerable fortuna que permitiría que su esposa, los dos hijos comunes y sus consortes tuvieran tranquilidad y riqueza cuando alcanzara su destino final, que le parecía no sólo cercano sino deseable.


 
Había podido con todo ello. Sí, como el mejor. Pero la carencia de brillo en los ojos y el sendero pronunciado de su frente no podían interpretarse de otra forma que no fuese la tristeza. De hecho, al mirar el espejo retrovisor y percibir su propia faz, se compadeció de la escena en tal forma que ciertas lágrimas brotaron discretamente, tal y como lo habían hecho años atrás cuando leyó en el diario la esquela con el nombre de aquel amigo, inseparable colega, al que públicamente humilló con desmedida hambre de triunfo en el gran pleito de los bancos nacionales.
“¿Qué tienes? ¿Es la emoción del día?” le preguntó su compañera, acaso sin esperar una respuesta sincera, pero con una mezcla de preocupación y ternura que, aunque apreciable, resultaba desgarradora.
“Veamos –pensó- ¿qué contestarle a ésta que después de tantos años no ha podido siquiera descifrar mis gestos?” La soberbia se había apoderado de sus reflexiones tiempo atrás, ante la mezcla químicamente pura de inteligencia, talento, fama, mal carácter e imprudencia. Ante la pregunta retórica, decidió no contestar para evitar su ya acostumbrada agresividad, acaso por pena para evitar una nueva escena frente al chofer, quizá por no querer distraerse de la imagen que cruzaba la calle.
No sabía exactamente si era quien parecía, pero era la viva imagen del amor frustrado de universidad. “Es imposible que sea ella, pero sus ojos, sus labios…” Ella, que a estas alturas carecía de nombre para elevarse a concepto, a fantasmal visión que representaba el cariño genuino y la frustración más aplastante. Increíble, los años no habían transcurrido por su perfecta silueta como lo habían hecho por la propia.
Aunque no fuera ella, la terquedad lo obligaba a pensar que lo era. Nadie más podía lucir tal semblante. Convencido y en plena reflexión, confundía la realidad sensible mientras la mente hacía una excepción y daba espacio a los recuerdos, que -como los que duelen- permanecían intactos y surgían en forma vertiginosa y desordenada.
Ese era un lujo que no se había permitido prácticamente nunca. Entre las consultas, los clientes, los asuntos, las llamadas, el dictado de artículos, la lectura de los del eterno y necio detractor, las reuniones entre colegas de la barra, las charlas de política, los noticieros, los compromisos familiares y demás cuitas, había pasado su vida útil ocupado en cuestiones inmediatas. ¿A qué hora? Además, en los últimos años, ante la impotencia y la inactividad, había optado por no pensar en nada más allá que las glorias litigiosas del pasado que, como es natural, ya pocos recordarían.
Sintió cómo las imágenes trascendían la mente y se proyectaban sobre la calle, en el asfalto y en los edificios. Ella no es la única, pero ahí está diciendo presente. Las distancias variaban arbitrariamente.
El primer recuerdo apareció. “Soy yo” y en efecto lo era, pero hace más de cincuenta años, desesperado por el insomnio y la duda, jurando por lo más sagrado que dejaría de sufrir por lo irremediable y que olvidaría cualquier referencia de amores pasados, en particular ese que le vació el alma, cuya pérdida nunca aceptó del todo y que ahora caprichosamente se hacía presente en el parabrisas. En forma insólita, hoy reconocía el error de cálculo al no percibir que con semejante juramento y sepultura de recuerdos, paradójicamente les garantizó un lugar en la inmortalidad y había hecho obligatoria su reaparición fatal en cualquier momento, como éste. ¿Cómo fue posible?
Mientras frotaba sus dedos contra los párpados y la frente ya sin límites, se concentró para enfocar alguna de las láminas e imágenes que alocada e insistentemente cruzaban por su mente y que, incluso, comenzaban a invadir el panorama.
Pudo ver, en completo desorden, una pared que mostraba el vapor que brotaba del plato de la sopa de lentejas desabrida que había comido hacía unas horas. No supo a nada, como todo en estos días. En la ventana se reflejaba la risa de su madre cuando él le contaba aquel chiste sin sentido que se le había ocurrido al compañero de pupitre en primero de primaria con las imprecisiones y agregados del caso. “¡La extraño, ya son tantos años!”  El charco en la coladera mostraba orgulloso pero ondulado la foto de su título profesional. “¿Para qué tanto esfuerzo?” Un espectacular anunciaba remedios contra la cortadura de hoja de papel en el dedo de su nieta, que en el momento dibujaba una familia en la que el abuelo aparecía sentado en una silla con el ceño fruncido. ¡Qué vergüenza!, no siempre fui así.


Ni siquiera tenía que verlo todo para recordar las razones, los momentos y las sensaciones, en veces hasta las voces y pláticas. La simple imagen activaba el silogismo. 
Así distinguió y recordó pasajes de su vida durante en sólo cinco minutos de silencio absoluto en el interior del vehículo, a veces interrumpido por los ruidos de la calle que, a diferencia de las imágenes y visiones, alcanzaban a colarse por los cristales.
Por un instante volteó a ver a sus acompañantes, esperando alguna reacción, una mueca, un aspaviento. “¡Algo!” y nada. “Como siempre, sólo los veo yo, son los míos.” Sí, sólo encontró asombro. “Esa mirada que pone cuando me ve enojado y me cree loco, ¡cómo me molesta!” pensaba, ebrio de visiones y de realidad.
Por la derecha percibió los salones de clase, los amigos y las borracheras. “Los extraño”, sabía que ya no reía como entonces. Por la izquierda vio golpes y escenas de su antigua y decaída pasión futbolera. Por el centro, en el arroyo, la boda. “¡Qué belleza!, la amaba entonces, ¿qué sucedió?”
Toda una amalgama de imágenes y sentimientos iban y venían. Por instantes algunas hasta lo saludaron.
Con trabajos distinguió el nacimiento de sus hijos. Eran fotografías imprecisas y borrosas de las que no se desprendían las sensaciones que naturalmente brotaban de las demás imágenes. Qué más da.
De la misma forma recordó los amores, que ahora se mezclaban con sonidos errantes de canciones de Sabina. Mientras abría la boca, recordó los besos de antaño y, entonces, recordó los que nunca dio. Y sobrevino el dolor, una punzada intensa de frustración. Esos labios jamás besados estaban ahora en el parabrisas, viéndole. Deliraba. Ella, a quien no se atrevió a pedir explicaciones, por supuesto respeto; a quien no pudo plantear compromisos o respuestas por miedo; a quien no veía como a todos; a quien había reconocido como su perdición con inseguridad supina. Ella. “Tú, ¿por qué Tú?” Las palabras calladas, los besos omitidos. Todo se abalanzaba en su cerebro y en sus ojos, borrando lo demás, ocupándolo todo, colmando la mente y rompiendo neuronas.
Mientras más perdía el contacto con la realidad, que para entonces se convertía en un recuerdo más, tuvo ganas de gritar, de moverse, de respirar. “¿Qué pasa? ¿Por qué? ¡Hoy no, por Dios!” Ningún sonido. Esto debe ser peligroso para una mente brillante. Qué ironía. Se había negado a disfrutar su capacidad íntegramente y ahora sentía cómo se iba pudriendo dentro de los límites impuestos, a base del bombardeo de recuerdos que la propia mente le había guardado.
El chillido de los frenos, la leve sacudida y la disculpa torpe y casi simultánea del chofer, lo despertaron, lo despejaron. Alguna mueca y una queja, no acertó a pronunciar palabras, pero sintió alivio al sentirse sano y salvo. Pero ya nada podía borrar lo que había visto o recordado, aunque no pudiera distinguir lo verdadero de lo imaginario.
Volvió en sí. En la calle ya no había imágenes. “¡Ya no está, de nuevo la perdí!” En vano intentó encontrar ese rostro en los espejos, la boca en los letreros, su mirada entre los vehículos vecinos que inclementes aumentaban la velocidad. Nada. Se fue, de nuevo sin despedirse, acaso para siempre. Sintió otra vez la soledad y estuvo a punto de llorar, mientras el silencio del interior del automóvil no parecía dispuesto a ceder.
Nada será igual. Había vivido una farsa. Ilusamente pretendió borrar lo indeleble y entonces supo que seguía pagando el precio que se impuso, abrumado por el mal genio y por un éxito que terminó volviéndolo aún más huraño.
“¡Que ¿qué pienso?!” Ahora sí gritó en respuesta, furioso, mientras tronaba la dentadura postiza y restregaba sus manos en el pantalón de gala. “Se lo ha ganado –pensó-, lo voy a decir con todas sus letras. Por fin hablaré sinceramente.” Girando el cuello, despejó la garganta y clavó los ojos en esa vieja compañera a quien nunca supo amar.
“¡Que ¿qué me pasa?! –de nuevo- ¡Nada!”, no había pasado nada. Golpeó la puerta con el puño. “¡No merezco ningún premio!” Volteó la mirada, como buscando. “¡Deberían dártelo a ti!”

Junio de 2005
Juan Pablo Estrada Michel