domingo, 20 de noviembre de 2011

Algo vivo

Han pasado varios meses desde la última nota compartida, y disfruto de las ventajas de la tardanza. La falta de tiempo para escribir (resultado del desorden, sí, aunque también de un trabajo demandante y de un Emperador encantador, aún mas demandante que el oficio) resulta en una buena cantidad de temas. Pero un día inhábil, el del supuesto "Gran Fin", deja algo de tiempo libre. En estas líneas me limitaré a los pasados conciertos en el D.F. que tuve ocasión de disfrutar.



Tras mencionar el Corona Capital 2011 y sus Strokes (enorme actuación del gran grupo neoyorkino), Portishead y Mobi, -con todo y una inexplicable caminata hasta la decepcionante monotonía de Editors a pesar de su gente fumando fuera de los hospitales-, me vienen a la mente Axl N' Friends, Ringo Starr y su All-Starr band, y el enorme Joaquín Sabina, "ese que canta".

Guns N' Roses se presentó en el Palacio de los Deportes, con una formación que sólo deja lugar a la añoranza de una reunión cada vez más lejana. Salvo W. Axl Rose y la injustificada espera de 3 horas, nada de la banda original, mas que las mejores canciones y el recuerdo a través de la imitación de Slash y de Izzy que intentan dos guitarristas, oscilando entre la burla y la antipatía. Sin embargo, gracias a una tercera lira muy destacable al esfuerzo del ya notoriamente veterano Rose (con caída y todo) y a un gran repertorio, el concierto emociona y uno termina afónico. Grandes momentos y recuerdos con Rocket Queen, Welcome to the jungle, It's so easy, Sweet Child, Paradise City, Mr. Brownstone, Don't cry, Estranged, November Rain, Live n' let die, Knockin', etc., se complementan bien con Better, Prostitute y Madagascar. Buenos momentos, que podrían ser mejores si salieran a tocar a tiempo.



Semanas después visitó la Ciudad de México el gran baterista de The Beatles, Ringo Starr. Sin temor a equivocarme, en el Auditorio Nacional Richard Starkley y su "nueva" banda superaron todas las expectativas. Sólo una fecha, sacrificando el comercio por la justicia elemental hacia quienes se esforzaron por boletos para la primera fecha anunciada.

Además de oír canciones del cuarteto de Liverpool que sólo podría cantar Ringo (Yellow Submarine, With a little help from my Friends, I wanna be your man, Boys, Act Naturally) y las propias de enormes dimensiones (Photograph, It Don't come easy, entre otras), lo mejor del concierto es la interacción de la leyenda con el público y con sus músicos, todos veteranos y todos con un lugar propio -destacadísimo el de Edward Winter-. Se trata de un espectáculo honesto y digno de credibilidad; una banda, cuyos integrantes verdaderamente tocan juntos, comparten y se divierten (algo que le hace falta a Macca, creo yo). Un gran día el de ver al Beatle vivo que me faltaba.



Finalmente el 7 de noviembre llegó un sorpresivo lunes de canto, poesía y rock ibérico: Sabina. El flaco de Ubeda y su bombín tomaron por asalto el Auditorio Nacional y lo hicieron suyo, con calidad, complicidad y un manejo extraordinario de los momentos de un concierto. Uno de los mejores que he presenciado y disfrutado. 

De Peor para el Sol a Peces de Ciudad (mis favoritas), hasta el canto de Y sin embargo-Sin Embargo, pasando por el Boulevard de los sueños rotos y Contigo, hay tantas tantas frases, tantas notas, muchas emociones entre la risa, la melancolía y la sinceridad. En verdad Sabina envenena con lo que va dando. Tras la actuación de mas de dos horas contínuas, los asistentes especulamos sobre cuáles nos habían hecho falta, la conclusión era sorprendente, pues podría haber renovado el repertorio y no obstante salimos todos encantados. Un gigante Sabina, acaso nuestro Dylan.



Ya de salida, con mucha alegría y agradecimiento, un recuerdo mas personal. Tras cumplir la llamada edad de Cristo, festejé con mi Picolina su cumpleaños 25. Nos acompañó un magnifico grupo mexicano que rockeó a mas  no poder y con gran calidad, amigos todos desde entonces. Me dieron el honor de compartir con ellos una versión de Wish you were here en la que espero haber cantado a la altura de la guitarra mágica de Waters González y la perfección de Roster.

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