martes, 28 de diciembre de 2010

Mi Banda Sonora 1

“Did you wear a black armband
when they shot the man who said:
‘Peace could last forever’?”
G.N'R., Civil War

Usando ilusiones
Me veo en la necesidad, propia de Perogrullo, de comenzar por el principio. Corrían los meses finales de 1991, año en que inicié la secundaria. Para entonces mis queridos amigos y yo fraguábamos la integración de una banda (que en el momento lucía como un ambicioso y glorioso proyecto). Sin embargo, en lo personal me limitaba un infantil gusto musical: una elemental y poco profundizada afición por The Beatles aderezada con canciones que me habrían enseñado en algunos cursos escolares, pop que transmitía la radio comercial, rap que había dominado la escena en años anteriores  y, quizá, alguna grabación de The Cure y otros que habría escuchado por mis hermanos mayores entre sus discos de rock en tu idioma. Acaso algo de lo que pasaban en MTV (cuando transmitía música). Por ejemplo, aunque me gustaba intuitivamente, no había permeado totalmente aún la versión de Joe Cocker con que iniciaban los programas de The Wonder Years en la televisión.
En esos días el uso de los CDs no era generalizado aún (ni imaginar que existiera un iPod), eran considerablemente más caros que los cassettes de audio y sus reproductores eran aparatos de buen tamaño, que normalmente podían conectarse a manera de videocaseteras a los equipos domésticos de sonido. Más por presión que por gusto, me regalaron uno. Aunque la primera prueba fue con alguna colección de música clásica de mi papá, no tardé en desarrollar la obsesión de comprar algún digno ejemplar para mí. Suena torpe, lo sé, tal vez lo fui desde esa época; pero también queda un espacio para retomar la ingenuidad de avances que hoy damos por sentados.
El caso es que en una cafetería cercana a casa, mientras la familia comía, recorrí los estantes de discos compactos. Había ya una oferta de considerable volumen, no sólo en obra sino en “artistas”. En medio de alguno estaba un par de discos coloridos, sugerentes, con arte particular, cuya portada es una versión del fragmento de “La Escuela de Atenas” de Rafael.

Sin conocer más que de oídas el nombre del grupo, creí reconocer algo al leer Guns N’ Roses (había visto ya Terminator 2: Judgment Day), pero la verdad es que me decidí a comprar un álbum azul y morado por encima del amarillo y rojo básicamente por los nombres de las canciones. Así, el Use Your Illusion II de Guns N’ Roses se convirtió en el primer cd de mi colección, entonces equivalente a algún número manoseado de domingos.


Cualquiera que lo oiga con algo de virginidad o de disposición habrá de coincidir en el impacto inmediato.
Civil War no sólo comienza con un discurso que divaga entre lo etílico y lo verídico, sino que contiene frases conmovedoras y revolucionarias, revisiones históricas histéricas, que colmaron el espíritu adolescente de mi momento. El cambio de voz en 14 Years no sólo aporta algo de blues sino la dosis correcta de provocación. Yesterdays, el glam nostálgico y conmovedor que se cristalizaría en un buen video. Le sigue la versión de Knockin’ on Heavens Door, favorita del disco, que sólo podría haber surgido de Dylan.
Aunque gustan menos, la serie que inicia con la pelea contra los medios en Get in the Ring (con todo y el "Guns...N...Roses" del público, grito que distinguía sus conciertos) y sigue con Shotgun Blues, Breakdown, Pretty Tied Up y Locomotive, tiene sus momentos y colaboraciones.
So Fine es un aburridón capricho meloso, que es rescatado por la épica Estranged en la que la versatilidad de Rose al piano y en la voz se conjuga brillantemente con el sonido inconfundible de la Gibson Les Paul de Slash. You Could Be Mine afamada por la banda sonora de la película aludida, marcaría una época para los malos novatos de batería. La versión con letra alternativa del clásico Don´t Cry es, como la original, marca de la casa. El experimento en My World es, ciertamente, fallido.
No sé cuántas veces lo habré escuchado, demasiadas tal vez, pero fue el inicio de mi afición al hard rock e hizo obligada la compra del Use Your Illusion I, y de muchos más después.
Después averiguaría qué era Guns N’ Roses, la banda más grande de aquel momento, proveniente de la escena de L.A. y que acaparaba las portadas de revistas especializadas (que también comencé a leer). Supe que años antes se había hecho famosa gracias a uno de los más brillantes discos de toda la historia, el aclamado Appetite for Destruction de 1987, pero su formación original con Axl Rose (voz), Slash (guitarra), Izzy Stradlin (guitarra), Duff McKagan (bajo) y Steven Adler (bateria), había sufrido cambios para la grabación de los Ilusions tras la despedida del último y la llegada de Matt Sorum (batería) y la adición de Dizzy Reed (teclados). Poco después sufriría un cambio drástico a la salida de Izzy (según se consigna en el video de Don’t Cry). Tras el ambicioso proyecto del álbum doble y su gira mundial (enorme, según pude verlos en la Ciudad de México), los millones de copias vendidas, las drogas y el alcohol, la personalidad destructiva, los excesos y los fracasos sellarían la suerte de lo que fue un gran grupo.

Como sea, Use Your Illusion II no es el mejor álbum de la historia del rock, ni siquiera es el mejor de GN’R, pero fue mi primer gran disco.

1 comentario:

  1. medio millon de copias vendidas en menos de 3 horas. Fenomeno tanto musical como comercial.

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